jueves, 4 de marzo de 2010

Vender el alma al Tren

El gran logro de la literatura y del cine que la traduce a imágenes, es que tras cada historia fantástica se extraen reflexiones y lecciones que se aplican al funcionamiento del mundo real. Entre esas obras que marcaron mis primeras experiencias literarias se encuentra “El retrato de Dorian Gray”. De aquella obra de Oscar Wilde, aprendí que se dan situaciones extremas en la vida que llevan al ser humano a vender el alma con tal de evitar la tragedia. Cuesta pensar que el hombre pueda tener algo con más valía que aquello que representa su esencia y su deseo de vida eterna, no obstante suele caer en esa tentación. Pero ante todo deduje que ese hecho siempre concluye de manera trágica. Solo el demonio sale beneficiado.
En los últimos tiempos el tren del norte representa la situación trágica que se cierne sobre los hombres, y muchos de ellos han caído en la tentación de coger el atajo y vender su alma al demonio que ha soltado el Cabildo. Cuesta juzgar a aquellos que sienten la angustia de ver como la bestia amenaza con devorar sus casas (el ámbito físico donde se desarrolla su vida), y sus recuerdos y vivencias (el ámbito emocional que sustenta la existencia). Pero no me resisto a hacerles ver que al final de la partida perderán el alma y la propiedad.
Cualquiera que haya asistido a las múltiples reuniones con los técnicos del tren, se ha percatado de que para cada argumento fundado que contradice el proyecto, tienen enlatada una respuesta, envuelta en demagogia, que se encarga de rebatirlo. Cuando se les habla de las expropiaciones, te cuentan la anécdota de la señora que agradece (con lágrimas en los ojos) que en su día le expropiaron el negocio como consecuencia del tren del sur o del tranvía, porque ahora el volumen de clientes ha aumentado hasta el infinito; cuando se les habla de la cantidad de carbón, ¿combustible fósil?, que hay que quemar para generar la electricidad con la que se mueve el bicho, te dicen que para el trazado sureño crearán un parque eólico y que ya se está en conversaciones con el dios del viento, para asegurar el tránsito constante de aire que mueve las aspas de los generadores; y cuando se le plantean objeciones legales, basadas en la ley nacional sobre el transporte guiado, te hacen ver que, lejos de someter el tren al marco legal, están dispuestos a agrandarlo hasta que la máquina quepa en el mismo. Así las cosas cabría pensar que la triste realidad es que el contenido de las alegaciones, por razonables y fundadas que sean, no van a detener el proyecto. La única fuerza capaz de lograrlo es el coste electoral. Se trata de una cuestión numérica y fría. Si las cuentas indican que los votos ponen en peligro su permanencia en el poder, los responsables del demonio del cabildo detendrán el maquiavélico proyecto. Es evidente que el beneficio que, por ejemplo, en forma de recalificación de terrenos, va a generar el trazado, no compensa la pérdida de beneficios que emanan de ostentar el poder político. Si la solución es numérica la batalla se está perdiendo, porque los esfuerzos se diversifican. Mientras unos encaran el problema frente a frente y luchan contra el demonio defendiendo el no rotundo al tren, otros venden su alma queriendo pactar con él, en términos de: “no me afectes mi casa y devora, de forma alternativa, la casa del vecino que vive en la otra orilla”. El trazado alternativo constituye el contenido del contrato que pretenden firmar con el demonio. Pero éste tiene sus propios intereses y no son precisamente coincidentes con los de los vecinos. Si mi argumento es: que el tren no pase por aquí porque afecta a 20 casas (entre ellas la mía, por supuesto); que pase más abajo porque se afectan 5. Se cae en el error de no advertir que sólo se conseguirá el cambio de trazado si lo técnicos consideran que el nuevo resulta más económico. Ese es el único criterio que van a atender. Por lo tanto, aquellos que ponen su catadura moral en entredicho, pretendiendo quitarse de encima el problema propio para convertirlo en el problema de otro, ni lograrán su objetivo, ni salvarán su alma. No lograrán que la afección recaiga sobre otro, porque el trazado propuesto no va ser fruto del azar. Se habrá valorado la opción más económica para las arcas del Cabildo y otra opción con menos afecciones y mayor costo, mucho me temo que será desestimada; no lograrán salvar su alma porque su estrategia carece de moral al basarse en el interés particular sin mayor visión de conjunto y sin mayor sentido de la solidaridad. Cabe pensar que si “Villa Arriba” crea una plataforma para que el bicho pase por “Villa Abajo”, estos se defiendan con plataformas que planteen lo contrario. Mientras los vecinos se pelean entre sí, el demonio crece frotándose las garras. Esta situación es la que más desea para fraguar su triunfo. La desunión que plantea la defensa ombliguista de lo mío sin lo tuyo, es el combustible del que se alimenta. La unión de todos enfrentados a él, es su mayor enemigo. Si no se descubre esta estrategia la batalla está perdida y veremos como el monstruo serpentea sobre lo que fueron nuestras casas, sobre lo que fue nuestro paisaje y nuestra forma de vida. Como en la historia de Dorian Gray, los protagonistas perderemos lo que ansiábamos y muchos de nosotros andaremos sin alma, que nos permita mirar a la cara a aquellos a quienes pretendíamos enviar al diablo, con tal de que no visitara nuestra casa.

Moisés González Miranda

1 comentario:

  1. Está claro que hay formas mucho mejores de gastar el poco dinero que tenemos. Que nos muestren qué puestos de trabajo permanentes va a crear el tren del norte, qué beneficios económicos va a dejar aquí. ¿Para qué lo queremos? ¿para ir a trabajar a Santa Cruz o al Sur?.
    Gástese en dinero en un hospital en el Norte, en un puerto deportivo, en regenerar las infraestructuras turísticas de todo el norte, así la gente no tendrá que desplazarse mucho menos. Ahora bien, si no hay unión entre todos los afectados y no se empieza A PROTESTAR, tanto contra el cabildo como COALICIÓN CANARIA que es quién detenta el poder, nos van a dar...un tren

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